Libro 2 - Capítulo 1 - Cambios radicales




Capítulo 1

Cambios radicales

Cuando las imágenes holográficas de Elrik Alfson, Finrod Owens, Aramís Jones y el doctor Devdan Suresh desaparecieron, el aire continuó cargado durante un tiempo más y no sólo de estática. Los cuatro miembros del consejo permanecieron en un silencio incómodo, cada uno meditando la discusión que había tenido lugar momentos antes. La primera que habló fue Odessa y no estaba contenta. Aun cuando las anticuadas gafas espejadas ocultaban la expresión de sus ojos, las serpientes de su cabeza moviéndose sin control, enmarañadas, reflejaban su disgusto.
—Esto no salió como esperaba. Me temo que nos costará mucho convencer a Alfson de que se ponga de nuestro lado. Más aun si apoya a Owens. El viejo nos va a hacer frente hasta el final.
—No me sorprende en absoluto. —Edi wa Thiong'o, un hombre robusto de piel oscura y cabello rapado y el único humano del consejo, se levantó y caminó por la sala mientras continuaba hablando—. Nunca ocultaron el disgusto que nos profesan. De no haber sido porque te enteraste, digamos, por casualidad, me pregunto si nos hubieran informado de que el Elixir estaba en posesión de Limbo.
—Pues ten por seguro de que no lo hubieran hecho, al menos no hasta asegurarse de que estuviera fuera de nuestro alcance. Pero este Elixir era algo muy buscado y eventualmente nos enteraríamos. —dijo la gorgona, molesta—. Debemos elaborar una estrategia, convocar al cónclave de asesores. Limbo no puede oponerse a O.N.O., deben responder a nosotros.
—Recuerda que Limbo actuará como una entidad independiente en caso de emergencia o de lo que ellos consideren como tal. Sabes que nos creen la burocracia y no están tan errados. —Edi se pasó una mano por la cabeza, fastidiado. Por primera vez en casi veinticinco años deseó no haber seguido la carrera diplomática y estar disfrutando con su familia en Nairobi. Recordó a su pueblo natal, cuya entrada estaba próxima a un portal Yumboe y cómo sus mágicos habitantes convivían en armonía con los humanos desde tiempos inmemoriales. Eso quería para el resto de los mundos—. Primero debemos convencer a los asesores de que nuestras intenciones son justas, que apuntamos a mantener la paz entre los mundos mágicos y hacer respetar los tratados que han costado no pocas vidas. He accedido a formar parte de este consejo precisamente porque estoy convencido de que todos podemos coexistir. Sí, debemos elaborar un plan.
La joven sentada en uno de los extremos de la hilera cuya voz de anciana no se correspondía con su rostro terso y sus bellos rasgos orientales habló sin mirar al resto. De su cabeza sobresalían dos orejas de zorro que siempre estaban en alerta.
—Podríamos aliarnos con Sfingeo. Él tiene los recursos que necesitamos. O con Semíramis.
Odessa intentaba contener su enojo mientras observaba a la joven que acariciaba lánguidamente su largo cabello azabache.
—¿Semíramis? ¿Está viva? No, se nos reiría en la cara y a decir verdad prefiero mantenerla apartada de esto. Lo más seguro es que no le interese. Y Sfingeo no nos ayudará, Miyake. A él solo le interesan los experimentos que puede realizar utilizando esa poción. A quien necesitamos es a Morgan Le Fay. Si recuerdas lo que Jones relató, es ella la que sabe cómo controlar los portales.
Edi interrumpió.
—Lo que sabemos es que puede canalizar los poderes de esa piedra con el elixir que ella creó y manipular entidades, convirtiéndolas en portales vivientes, pero sólo para un único ser. El resto es teoría del doctor Suresh. —Edi giró bruscamente hacia la risita velada de Bramble—. ¿Hay algo que no sepamos y tú sí? Podrías compartirlo. Si vamos a creer por un momento la historia de Jones, entonces a esa mujer le va a importar muy poco qué ocurra con la paz entre los mundos.
—Haremos un trato con ella; los fae son seres veleidosos y si le ofrecemos algo que en verdad le interese va a aceptar. Y yo sé qué es. —respondió Odessa con convicción.
—Pues yo diría que te olvides de contar con esa chica Evangeline. Si está bajo la protección de Owens nos será muy difícil acceder a ella. Vaya que se puso como loco cuando le insinuamos que la encierren. —Miyake rio por lo bajo y luego endureció la mirada—.Y en el supuesto caso de que consigamos a la joven o a otra para utilizarla de recipiente y no enloquezca en el proceso. ¿Con qué otra cosa podrías convencer a una fae de más de mil años para que se alíe con un patético grupo de rejuntados mágicos?
—Poder. Le ofreceremos un lugar entre los asesores o incluso en el Consejo.
—Ella no me parece del tipo que se ajuste a los protocolos. —comentó Edi.
Odessa continuó hablando con calma. El keniata le caía bien, era sensato y el único capaz de conciliar a ese grupo tan dispar.
—Es verdad, no la conocemos. Pero ha vivido casi toda su vida entre los humanos y se ha contagiado de sus debilidades. De todas formas, mi punto es el siguiente: han pasado muchos años de paz entre los humanos y los mundos ocultos. Todos sabemos que no puede durar mucho más. Debemos mantener el dominio del lado humano y la mejor forma de asegurarlo es con la amenaza velada del control de los portales. Afectará a todos pero los pueblos pacíficos no tendrán nada que temer, sólo los que intenten violar los tratados. Debemos anticiparnos a sus movimientos y...
Una voz profunda y masculina, que hasta el momento no había participado de esa conversación, dijo unas palabras en un idioma incomprensible pero en forma vehemente, interrumpiendo el discurso de Odessa. Los tres miembros restantes giraron hacia el elfo alto de cabello oscuro que se sentaba en la punta opuesta a Miyake. Sin embargo sus miradas se dirigieron no a su rostro sino a su mano. En ella sostenía al cuarto miembro del Consejo. El ser diminuto que había hablado se sentó cruzando las piernas sobre la palma de su traductor. Éste, por el contrario, se puso de pie y clavando la mirada en Edi, tradujo literalmente lo dicho por el pixie.
—¿Y por qué debería estar todo el control del lado humano? No es esto lo que conversamos antes de la reunión, Odessa. ¿Acaso la inútil conversación con Limbo ablandó tu corazón? Los humanos son los más inestables, los que menos comprenden y en particular, los que destruyen lo que no comprenden. Tu razonamiento es infantil y peligroso.
—Olvidas, Bramble Whiffletwist, —Odessa señaló a la pequeña criatura humanoide con un dedo acusador—, que a pesar de sus armas y bombas, los humanos no están preparados para enfrentar cierta clase de magia para la cual su pirotecnia no sirve.
—Tu tienes gran experiencia en eso, ¿verdad, Odessa? —la voz cascada de Miyake sonó intencionadamente ladina.
La gorgona no respondió, pero su boca se contrajo en una mueca de odio.
Edi estalló.
—¡Hay acuerdos y tratados! No podemos ir contra ellos o volveremos a los primeros tiempos, luego de la Gran Guerra, cuando todo era un caos.
El diminuto pixie y su traductor hablaron casi en simultáneo.
—Sin embargo los reinos del norte no los están respetando y me han llegado noticias de pequeños grupos rebeldes que intentan violar los límites de los portales y se están asentando en este mundo. Además, ¿piensas que si intentaran salirse de los protocolos lo harían públicamente? No, no. Será subrepticio, oculto y en poco tiempo el caos volverá. Quizás sea lo mejor.
—¿Qué estupidez dices? Los mundos mágicos jamás han mostrado interés en invadir el humano. —Edi levantó la voz.
El pixie continuó con el mismo tono grave y parsimonioso.
—No estamos hablando de posibles invasiones sino de actividades ilegales que ocurren a ambos lados de los portales; esto no es algo desconocido para nosotros ya que todo el tiempo nos llegan denuncias y reportes. El tráfico de mestizos está controlado por Limbo y hasta a ellos a veces se les escapa de las manos. Pero hay algo peor y es el comercio ilegal de recursos mágicos. Eso sí puede salirse de control. Y no queremos que ese material mágico sea manejado por humanos ignorantes. Por eso no estoy de acuerdo en que el dominio, ni la sede de O.N.O, permanezcan de este lado.
—¿Y de qué lado deberían estar, según tu opinión? ¿En el reino de los hombres-tigre de Kwon Lee? ¿O, mejor aún, en el reino acuático de Corven? No seas ridículo. Odessa tiene razón, debemos pensar algo para evitar que esto se salga de proporciones. Y aun no nos has dicho cómo obtuviste tú la información sobre Morgan Le Fay y la piedra.
—Pronto se enterarán.
—Ya no importa eso, lo importante es si, ya que tan claro tienes el panorama, has ideado un plan que sirva.
—Oh, sí, tengo uno y muy bueno. —Con un movimiento de su pequeña mano la puerta se abrió en forma ceremoniosa de par en par—. Adelante, príncipe Thorien.
Donde antes había sombras, ahora se recortaba una figura alta y majestuosa. Dio un paso adelante y la sala se colmó de un aire intenso y solemne. Nadie habló pero los diez pares de ojos se clavaron en el rostro pálido y en particular en la extraña y elaborada decoración metálica de sus orejas en punta que no se molestaba en ocultar a pesar de su largo y platinado cabello.
Bramble continuó a modo de presentación:
—Si hay alguien interesado en encontrar a Morgan le Fay, es el príncipe Thorien Inchilon.
—¿Se me está escapando algo? ¿Cuál es tu interés en encontrarla? —preguntó Edi, suspicaz.
El majestuoso elfo lo miró de soslayo y una sonrisa irónica cruzó su rostro.
—Con esa bruja tengo una deuda personal que será saldada cuando muera por mi propia mano. Sin embargo no es por eso que estoy aquí. Mi misión con el mundo mágico es esta: He venido a formar parte del consejo de O.N.O. Los tratados han quedado obsoletos y es momento de hacer algunos cambios.
—Eso es imposible, el consejo está formado por cuatro representantes que se renuevan cada veinte años, en cinco años podrás postularte. Además hay que llamar al cónclave de asesores para modificar los tratados. —Respondió Edi con brusquedad. Algo no estaba bien.
—No tenemos tanto tiempo—. Respondió el príncipe.
Y antes de que alguno pudiera reaccionar, el traductor se levantó al mismo tiempo que desenfundaba una espada y, sin soltar al pixie de su mano, cortó limpiamente la cabeza de Edi.
—¡Por Hades!
Odessa se puso de pie entre disgustada y sorprendida y se dispuso a quitarse las gafas espejadas. Un grueso mechón de pelo azabache que se extendió desde la cabeza de Miyake se enroscó en su cuello. Apenas apretó, demostrando que por el momento, solo era una amenaza. La japonesa habló.
—Si no quieres ser la siguiente, siéntate. Convengamos que si renuncia un miembro del consejo podría pasar, pero que renuncien dos ya sería sospechoso. Apuesto a que desearías hacer esto con tus serpientes. —Mantuvo un poco el agarre pero cuando notó que la Gorgona no intentaría atacar, la soltó. El negro mechón de cabello volvió a su largo normal.
Resoplando furiosa, Odessa se sentó. Miró la cabeza de Edi a sus pies con tristeza.
—Los miembros del consejo no renuncian así sin más, deben firmar, exponer sus razones y estas deben ser aprobadas por el cónclave de asesores. ¿Cómo van a justificar este asesinato?
—La firma es lo de menos. Sobre las razones de su renuncia, cualquiera sea la que inventemos, muchos de los asesores las confirmarán. En cuanto a ti, una palabra o gesto o intento de aviso y no serás tú la que sufra el castigo sino a tu linda y sexy hija. No es muy difícil de encontrar.
—Tantos años en tu forma humana te han quitado sabiduría, Miyake.
—De ninguna manera. El zorro puede perder el pelo pero no las mañas. ¿No es eso lo que dicen?
—¿Desde cuándo se está pergeñando esto? Además, de acuerdo al tratado de Nizovoy de 1951 siempre debe haber por lo menos un humano en el grupo del Consejo.
—Los tiempos cambian. —dijo Thorien—. Muchos reinos están de acuerdo con esta idea, yo mismo los he visitado, hablado con ellos y convencido de unirse. Y habrá más. El dominio de los hombres está llegando a su fin.

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