¡Hola a todos!
Hace bastante que no actualizaba.
De hecho estoy preparando una reseña que espero terminar pronto y mis nuevas secciones de las que voy a hablarles pronto también.
Asi que mientras esperan, les voy a compartir mi cuento que fue premiado con una mención en el concurso literario de Disco y publicado en el libro "Hagamos del mundo la mejor historia" en el 2009, con otros cuentos de temática ecológica, como era la consigna. Hay cuentos muy lindos en ese libro, tnato para chicos como para grandes.
En el mío hablo del mar y de lo que ocurre con la fauna cuando el ser humano lo ensucia.
El estilo es totalmente diferente a lo que suelo escribir, dado que es para niños. Espero que lo disfruten igual.
En el mío hablo del mar y de lo que ocurre con la fauna cuando el ser humano lo ensucia.
El estilo es totalmente diferente a lo que suelo escribir, dado que es para niños. Espero que lo disfruten igual.
Los derechos ya no me pertenecen sino a JumboRetail, pero bueno, no creo que despues de tanto tiempo se les ocurra mirar mi blog, je, je.
Está dedicado a mi hermano Martín, que le encanta surfear y a la hermosa ciudad donde me crie: Mar del Plata.
Lo pueden leer aquí:
El collar de los lobos
Lo que más le gustaba a Alex era cuando el
viento le daba en la cara y podía oler la arena y el mar. Y el sonido de las olas rompiendo en la
orilla, una y otra vez.
A algunos eso les daba somnolencia, pero para
él, cuando se paraba con su tabla frente a la orilla, era la canción que lo invitaba
a ser parte del océano.
Sin embargo, ese día no había empezado del todo
bien.
Luego de ir a la escuela de surf toda la
primavera con su mejor amigo, Fede, por primera vez iban a ir los dos a surfear
a una playa donde iban los más experimentados y las olas hacían buenos tubos. Tal
lugar era la playa Redondo al sur de la ciudad. Pero a los 12 años, sus padres no los dejaban ir solos, por lo
cual habían planificado ese día con mucha anticipación, para que el padre de
Fede pudiera llevarlos.
Pero como a veces las desgracias ocurren a
último momento, su amigo se quebró la
tibia jugando al fútbol y ya no pudo ir, por lo cual Alex tuvo que conformarse con
que sus padres lo llevaran a otra playa más cercana, llamada
"Biología", y aunque allí se podían correr buenas olas, siempre se
llenaba de surfers que practicaban para los campeonatos y había que bracear
mucho para alcanzar alguna. Y él, como pez nuevo en un acuario, no tenía muchas posibilidades
de agarrar las buenas.
Estaba el otro tema también, faltaba poco para
el verano y aun así, la playa y el mar ya estaban llenos de gente. Para
complicar las cosas, el viento en su cara no sólo le traía el aroma del agua
salada y la arena, sino otros olores no tan agradables. El mar estaba algo revuelto y el viento del
sur lo hacía parecer una sopa marrón que se estaba pudriendo. O al menos eso se
imaginaba Alex porque en el fondo estaba decepcionado.
Suspiró. Se ajustó la pita en el tobillo y
sacudió de su mente toda mala onda. Levantó su tabla, alta como él pero liviana
como un cartón. Entró al mar, el agua estaba siempre fría en esas playas, pero no le importó. Cuando ya le
llegaba al estómago, se subió a la tabla y se tumbó panza abajo para poder
bracear. A medida que avanzaba, el oleaje lo elevaba y lo volvía a bajar, lo
elevaba y lo volvía a bajar.
Algunos surfers lo saludaban, otros le gritaban
que se corriera de su paso. Una bolsa de nylon se le pegó a su mano y se la
sacudió con un poco de asco. Vio más basura flotando, colillas de cigarrillos
por aquí y por allá, envoltorios de caramelos… ¡Y esto recién empezaba! Al
terminar el verano el mar iba a ser un gran cubo de basura.
Las olas
se elevaban más a medida que avanzaba y al fin encontró lo que estaba buscando.
Paredes perfectas de agua, de casi dos
metros. Vio a uno de los profesores de la escuela, agarrar una justo en ese momento.
Las olas no llegaban a hacer tubos pero
las paredes duraban bastante. El profesor voló unos segundos por encima de la
ola, haciendo un aerial increíble, luego se deslizó sobre la cresta, eso era un
“flotador” perfecto y por último, parado en la punta de la tabla, en un largo y
cómodo “hang-ten”, acompañó a la ola a morir en la orilla. ¡Qué dominio! Alex
sonrió, pensando cuándo podría llegar a hacer eso. Con todo el ímpetu se
dirigió a una masa de agua que se elevaba por delante de él, pero una botella
de plástico subió de repente a su tabla, distrayéndolo. Otro surfer, sin
siquiera mirarlo lo atropelló en su carrera por agarrar esa misma ola. Alex se
cayó de la tabla y la ola que rompía lo envolvió en un remolino que lo arrastró
hacia el fondo, y no lo dejaba volver a subir. Tampoco veía nada, porque el
agua estaba muy turbia. Comenzaba a desesperarse, cuando su pie tocó algo
sólido y se sintió impulsado hacia arriba. No pudo ver qué era, le pareció que
era una piedra con musgo pero definitivamente lo habían lanzado. Sacó la cabeza
fuera del agua y aspiró una gran bocanada de aire. ¡Uf! ¡Por poco!
Volvió a subirse a la tabla y miró para todos
lados, cada uno estaba en lo suyo, nadie pareció percatarse de que casi se
ahogaba y nadie parecía haberlo ayudado. Todos esos pensamientos se le borraron
de su mente cuando vio que se le acercaba otra ola, y de las buenas. Braceó tan
rápido como le dieron los brazos y se ubicó en posición, es decir de espaldas a
ella. Ya se estaba deslizando, o más propiamente hablando, haciendo un take off.
¡Uaauuuu! gritaba Alex emocionadísimo y se
arrodilló para comenzar a pararse. Aún no se animaba a hacerlo, cuando vio por
el rabillo del ojo, una mancha oscura en el agua, muy cerca de él, que se iba
acercando pero no terminaba de definirse. Parecía su propia sombra que se había
desprendido y surfeaba con el. ¡Ahora ya no estaba! Buscó por todos lados pero
la sombra se había ido y la ola también. Quizás sólo era más basura.
Le dio un poco de miedo pensar que podría haber
sido un tiburón, pero sabía que los tiburones en agua frías son muy pero muy
raros de ver. Eso le habían explicado en la escuela y además que los tiburones
no suelen atacar a la gente, al contrario, ellos se encargan de limpiar el mar.
Pero esta explicación no lo tranquilizaba en absoluto. Y tampoco quería alarmar
a los demás si no estaba seguro, entonces sí que nunca más podría volver a esa
playa, si resultaba que no había un tiburón.
Sin desalentarse, esperó por otra ola, hasta
que apareció. ¡Era mejor que la anterior! Se apuró para agarrarla y tuvo suerte
por segunda vez. Era muy alta y hasta consiguió ponerse de pie. Cautelosamente
miró a su alrededor y ahí estaba, la sombra, siguiéndolo en su carrera. Era muy
rápida. La vio desaparecer por debajo de su tabla, para reaparecer del otro
lado justo en la misma dirección en que estaba corriendo la ola. La sombra se
hizo cada vez más nítida… más grande… y una cabeza peluda de color marrón
oscuro se asomó justo a su lado. ¡AHHHH! Alex prácticamente voló de la tabla y cayó al agua
haciendo un gran ruido. Escuchaba las risas de los demás a lo lejos. Flotando
con su tabla cerca, miró a su alrededor y entonces sintió un aliento cálido en
su nuca. Chapoteó desesperado para alejarse pero, venciendo el miedo, se dio la
vuelta...y ahí estaba, un lobito de mar que lo miraba fijamente y hasta parecía
que le sonreía.
Alex se rió también, sintiéndose un tonto por
sus miedos.
-¡Hola! ¿Así que vos me estuviste persiguiendo?
-¡AU AU! contestaba el lobito, como si le
entendiera (todos sabemos que los lobos de mar son muy inteligentes)
-¿Y vos me salvaste, antes, cuando la ola me
revolcó?
-¡AU AU! - esta vez lo acompañó con una
voltereta digna de un show
-¡Bueno gracias!
Desde ese día surfearon siempre juntos. Alex
parado en la tabla y el lobito de panza, como una tabla más pero sin el surfer
arriba. A veces hacia piruetas y los demás dejaban pasar olas para mirarlos.
Una tarde, Alex descansaba recostado en la
tabla y el lobito iba y venia, saludando a la gente. Al final se acercó a Alex
y flotó un rato al lado de él. Ya era
como un amigo más. Alex estiró una mano para tocarle la panza y luego la acercó
al cuello como si fuera un perrito.
El lobito dejaba que lo acariciara pero era tan
inquieto que no iba a aguantar mucho más. Entonces Alex tocó algo, que no era
la piel húmeda y lisa de lobito. Era un aro plástico, blanco, que le rodeaba el
cuello. Apenas le ajustaba y era imposible imaginar cómo había pasado la cabeza
por ahí.
-¿Qué es esto lobito? ¿Un collar?...¿Usan
adornos ustedes, los lobos de mar? - la pregunta sonaba tonta, pero de los
animales uno puede esperar las cosas más inverosímiles, como el caso de la
nutria de mar, por ejemplo, que siempre lleva consigo una piedrita para abrir
los moluscos.
El lobito se zambulló, gruñendo y palmeando y
se alejó. Ese día ya no volvió a verlo. Al día siguiente tampoco, ni al siguiente,
ni al que le siguió. Alex sentía que
había perdido un amigo y realmente lo extrañaba. Habían pasado casi tres meses
surfeando juntos y ahora sentía un vacío en su alma.
El verano ya casi terminaba.
¿Por qué se habría ido?
Ahora surfeaba menos y se quedaba más en la
orilla, esperando ver aparecer la cabeza con los largos bigotes, entre gruñidos
y saltos.
Pero pasaban los días y ni noticias del lobito.
Ya se había resignado a que no iba a volver.
Una tarde, no había ido a Biología, sino que se había pasado al lado, a Playa Grande.
El sol se estaba poniendo, y la luna se asomaba roja en el horizonte. Aún había
claridad y Alex se quedó con su amigo Fede, tomando mate. Nunca había olvidado
al lobito, pero pensaba que seguramente la naturaleza lo había llamado y debía
volver con su manada. Esperaba que estuviera bien.
Ya habían guardado sus tablas y se disponían a
partir cuando un revuelo de gente cerca de la orilla les llamó la atención.
Estaban cerca de las piedras que formaban la escollera y unos niños gritaban
con excitación. Se acercaron a ver qué pasaba y vieron a un joven envolver algo
con su campera y llevárselo. Al pasarles
por al lado de ellos, les comentó:
-Un pingüino empetrolado, pobre, no se cómo
habrá llegado hasta acá... ya mismo lo voy a llevar al Acuario, ¡allí sabrán
qué hacer!, es terrible, el otro día murió un delfín porque se tragó una bolsa
de nylon, confundiéndola con una medusa..., es muy malo que pasen estas cosas;
yo lo lamento por el otro animalito,- e hizo un gesto hacia un bulto oscuro
tirado en la arena- pobre bicho, creo que no sobrevivió. - y se alejó muy
concentrado en que no se le cayera el oleoso pingüino. Se acercaron al otro
grupo que rodeaba al animal inerte y Alex tardó unos segundos en darse cuenta
de que era un lobo marino.
No parecía mucho más grande que su amigo el lobito
pero le daba la espalda y con toda la gente rodeándolo no podía verlo bien. Se
abrió paso y se arrodilló a su lado. "¿Sería el?" no sentía su
respiración "que no sea él..." pensaba con mucha tristeza. Le
acarició el pelo. Su piel estaba tibia, tocó su cuello y entre sus pliegues,
notó el aro plástico que le apretaba la garganta, ya no se la rodeaba como hace unos meses, ahora directamente lo
estaba ahorcando.
-¡Tráiganme unas tijeras por favor o algo con
qué cortar!- con que había sido eso. Alex no sabía que los lobitos cuando son
pequeños juegan con las cosas que encuentran, hasta con la basura y si
encuentran precintos o sunchos, pasan la cabeza a través de ellos y ahí se los
dejan, como collares. Pero a medida que crecen, el precinto los va ahorcando
hasta que mueren asfixiados.
Fede le alcanzó una navaja a Alex, que cortó
rápidamente la tira plástica y se quedó como una estatua, esperando que algo
pasara.
Un silencio invadió la playa, cortado sólo por
el sonido de las olas golpeando las rocas y las gaviotas que, curiosas,
revoloteaban por encima de sus cabezas.
Los segundos parecieron horas, hasta que el
lobito respiró suavemente y abrió los ojos. Todos los que estaban, saltaban de
alegría y gritaban y se abrazaban. Alex lloraba con Fede y abrazaron al lobito.
Entre todos, porque su peso era considerable, lo llevaron hasta el acuario.
Desde entonces Alex pudo visitar a su amigo
cada día y al cabo de un año, cuando se repuso del todo, volvieron a surfear
juntos en la misma playa.
Eso sí, antes de correr las olas, juntaban toda
la basura que veían flotando.
Espero que les haya gustado. Y esta es la tapa del libro :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario