¡Hola!
Hoy les traigo un cuento mío basado en un lugar bastante misterioso de mi ciudad.
El pasado octubre, para celebrar Halloween, los chicos de ELFA me invitaron a participar con un microrrelato de terror que publicaron en su página de facebook y luego yo compartí en la mía.
La consigna era escribir un cuento de alrededor de 200 palabras (palabras más, palabras menos).
La consigna era escribir un cuento de alrededor de 200 palabras (palabras más, palabras menos).
¡Qué difícil fue hacer algo tan corto! Bueno, al menos para mí, porque hubo relatos cortísimos y muy buenos. Pero ahorrar palabras, así como el dinero, no es tan facil...jeje
El jardín de mi relato aún existe, ya no la casa, que fue demolida hace muchos años. La reja es la única construcción que quedó en pie. Su historia es por demás interesante. A los argentinos muchos nombres les van a resultar conocidos, pero no sólo por eso. Circulan alrededor de ese lugar misteriosas leyendas, quien sabe si son ciertas pero... ¿a quién no le gustan las historias de casas embrujadas?
Pasen y lean...
Pasen y lean...
Microrrelato: EL JARDÍN
El verdadero jardín y su reja |
La oscuridad era profunda detrás de la reja que se extendía interminable sobre Luis María Campos. A través de los barrotes apenas se podían distinguir las negras siluetas de los árboles contra el cielo de la noche. Por la vereda caminaba una pareja con paso apresurado.
La chica se detuvo. Había escuchado algo.
“Es el viento entre las ramas” pensó.
Otra vez el susurro. La llamaba, o eso creyó.
Se acercó.
Sí, era su nombre.
Entrecerró los ojos intentando ver algo. Nada. Sólo la lóbrega vastedad del jardín.
—¿Qué hacés? No es que me crea las cosas que se cuentan de este lugar, pero me están dando escalofríos. Vamos.
Ella no respondió. Un bulto oscuro se había movido entre las sombras.
—¿Quién está ahí? — llamó en voz baja. Se sintió un poco tonta.
—Nadie... —le respondió la voz susurrante—. Acércate.
Y se acercó, asomándose a la negrura que parecía tangible. Viva.
De pronto dos ojos amarillos y encendidos aparecieron frente ella. Vio la boca, deformada en un rictus grotesco, tan cerca, que pudo sentir el aliento fétido contra su piel. Se echó a hacia atrás, asustada. La sucia mano, como una garra, tomó su pelo y jaló con fuerza haciéndole golpear la cabeza contra la reja. Luego la soltó.
La joven se puso rígida. Sus ojos, por un instante, se encendieron como una llama fugaz.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Viste algo?
—No hay nadie. Vamos.
Su voz siseaba levemente.
Cruzando la calle, en la Abadía de San Benito, dos sacerdotes caminaban por la galería y conversaban.
—Me pregunto dónde irán los demonios que exorcizamos.
—Oh, dicen que al jardín de enfrente—rio el más joven, divertido con la ocurrencia popular—, pero que no pueden salir de allí. Eso dicen...
La joven se puso rígida. Sus ojos, por un instante, se encendieron como una llama fugaz.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Viste algo?
—No hay nadie. Vamos.
Su voz siseaba levemente.
Cruzando la calle, en la Abadía de San Benito, dos sacerdotes caminaban por la galería y conversaban.
—Me pregunto dónde irán los demonios que exorcizamos.
—Oh, dicen que al jardín de enfrente—rio el más joven, divertido con la ocurrencia popular—, pero que no pueden salir de allí. Eso dicen...
LA HISTORIA
En el barrio de Belgrano se hallaba la residencia conocida como "Villa Ombúes" de Ernesto Tornquist, ubicada sobre el Camino de Las Cañitas (Av. Luis M. Campos) y Ombúes (Olleros). Fue demolido en 1972 siendo el predio ocupado actualmente por la Embajada de la República Federal de Alemania.
El 7 de diciembre de 1872 Ernesto Tornquist compró la fracción limitada por la av. Luis M. Campos, las calles Olleros, Villanueva y Gorostiaga. Allí encargó al arquitecto;Carlos Nordmann la construcción de un edificio estilo Tudor, semejante, a un castillo o fortaleza medieval, con torres almenadas, vitreaux y mampostería, ciertas gárgolas, florones y arboleda fina, en medio de un parque de variadas plantas, caminos en declive y oscuras malezas. En la entrada de la residencia había un portón de manufactura inglesa, réplica de uno de los siete que rodean la residencia campestre de la familia Real de Gran Bretaña. Su perímetro aun conserva los muros originales construidos por Nordmann.
Don Ernesto tenía preferencia por las construcciones medievales. Así tanto como el de Belgrano similares fueron el que levantó en su estancia "La Ventana" y hasta La torre Belvedere (El Torreón) en Mar del Plata, que también gozaban de esas características.
Villa Ombúes fue la base de lanzamiento de globos aerostáticos traídos de Francia por Aarón Anchorena, y organizados y conducidos por los hermanos Newbery. Fue el primer aeroclub de sudamérica (ACA: AeroClub Argentino).Se usó esta residencia por ser la única que poseía instalaciones de gas en la época Desde allí, en 1908, partió Eduardo Newbery (hermano de Jorge) con el globo Pampero y un acompañante, con destino a Montevideo. Nunca más se supo de ellos pues el globo se perdió para siempre en el Río de la Plata.
Posteriormente un sector de las tierras fueron donadas para proceder a la construcción de la Abadía de San Benito, comenzada en 1928.
La casa se vendió dos veces y cuando sus últimos dueños, la familia Blaquier-Unzué se fueron de allí un noche de impreviso, la casa quedó abandonada y entró en un estado de deterioro dejándola prácticamente insalvable. En 1973 es comprada por la embajada de Alemania y demolida para construir el edificio nuevo.
Varias cosas se dicen de ese lugar: que hubo un crimen, que una criada desapareció y que aún hoy se la ve deambulando por los jardines. Que, como San benito es la única iglesia en Buenos Aires habilitada para realizar exorcismos, los demonios cruzan al jardín de Villa Ombúes. Se cuenta que hace muchos años, cuando la casa antigua aún estaba en pie, abandonada, se escuchaban gritos y sonidos extraños y nadie se animaba a pasar por la vereda, mucho menos a cruzar esa reja. Una noche, quizás por una apuesta o hartos ya de escuchar a la gente asustada, unos soldados del regimiento cercano decidieron dormir allí. No llegaron a pasar la noche entera, pues todos salieron corriendo. Nunca dijeron por qué.
Hoy en día todo parece tranquilo, salvo que uno se acerque mucho a la reja de noche e intente mirar a través de los barrotes en dirección a los troncos y el suelo cubiertos de hiedra. Si miran fijo, seguro notarán un movimiento sutil de las hojas. Por las dudas, no estiren la mano hacia la oscuridad...
Aunque por cierto, el único crimen que sé que hubo allí, fue la demolición de esa hermosa casa. |
fuente:
http://www.arcondebuenosaires.com.ar/palacio_castillo_villa_ombues_belgr.htm
Hola, Ceci!! (te puedo llamar así? jaja)
ResponderEliminarLa verdad no conocía la historia sobre el barrio de Belgrano, fue una sorpresa enterarme acá de estos detalles. Y tu historia es genial!! Ya se la compartí a unas amigas y les encantó! Espero que publiques más relatos en el blog :P
Besotes ^^
Hola! Me alegro que te gustó mi cortita historia:)
EliminarMe encantan las historias de Buenos Aires, ya contaré alguna otra, especialmente ahora que estoy escribiendo un cuento sobre otro barrio jeje
Besos!
claro que me podés llamar Ceci, jaja
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